Los bulbos son una especie de planta cuyas raíces son un órgano redondo e hinchado, llamado bulbo, con varias capas de tejido muy apretadas entre sí, siendo las últimas muy finas, llamadas escamas o túnicas. Estos bulbos brotan y forman una planta independiente. Los bulbos se utilizan en jardinería por el interés que despiertan en determinada época del año, en el momento de la floración, la mayoría de las veces, pero también por su follaje y por lo fácil que resultan de cultivar.
Plantación de bulbos de otoño
Existen algunos bulbos de floración temprana, como el eranthis, el crocus o el galanto, que aparecerán a finales de invierno, mientras que otros como el tulipán, el nardo, el narciso o el jacinto, lo harán ya entrada la primavera.
- Preparación del terreno: se debe buscar un sitio no demasiado soleado y protegido del viento. Tanto como si plantas tus bulbos en una maceta del balcón como si lo haces en el jardín, procura que el terreno no esté demasiado húmedo y que tenga suficiente drenaje, para evitar que se pudran. Mezcla la tierra con abono orgánico para que sea más ligera y no se acumule humedad.
- Profundidad de plantación: la profundidad de plantación idónea será el doble o incluso triple de su diámetro.
- Riego: se debe regar los bulbos luego de plantarlos y mantener el riego con regularidad, especialmente si la tierra es arenosa. Lo ideal es regar poco, sólo para evitar que la tierra se seque, hasta que empiecen a nacer, momento en el que habrá que humedecer el terreno más a menudo.
Por desgracia, estas bellas plantas no durarán eternamente. Cuando comiencen a marchitarse las flores, córtalas unos centímetros por debajo de su base. Espera a que las hojas se sequen, pues eso significa que está engordando el bulbo. Luego, extrae a tu retoño con cuidado de la tierra, quítale las hojas secas y la tierra, y guárdalo en un sitio fresco, seco y oscuro hasta la próxima plantación.